Escribe:
Lic Pedro Rodriguez
www.licpedrorodriguez.com
Lic Pedro Rodriguez
www.licpedrorodriguez.com
La omnipotencia no acepta de limitaciones porque de hacerlo
perdería su razón de ser... claro que sí, pero esto es sólo un concepto.
La omnipotencia es una característica de los Dioses porque
la omnipotencia es todo lo puedo.
El problema es cuando los seres humanos nos creemos
omnipotentes.
Los seres omnipotentes se llevan bien con dejame
a mí, vos no servís para nada... será posible que a vos nada te salga bien...
ay ay, no sé qué harías vos sin mí... pero no todo es tan descarado,
posee también sutiles mecanismos que se expresan en dejá yo me hago cargo de todo.
El omnipotente no acepta fracasos, en todo caso si algo no
funciona es porque algún otro hizo algo mal. Y así anda el omnipotente por la vida
llevándose todo por delante, y seduciendo a aquellos que están fallados... jactándose
de menos
mal que aparecí yo en tu vida.
El omnipotente se relaciona con gente que puede dominar, así
de esa manera alimenta su relación de ser. El omnipotente no se relaciona, sino
que controla, y en ese control lo que no deja fluir, son sus emociones.
Un ser que no deja fluir sus emociones,
es un ser atascado.
Claro que esto de no dejar fluir lo que se siente no es
exclusividad absoluta de los omnipotentes, también la padecen otros tipos de
personalidades, pero yo me estoy refiriendo a esta especie de semidioses
terrenales.
El omnipotente no tolera que alguien dude de su capacidad
y para ello usa la manipulación, y la violencia para evitar que alguien los
descubra en su falta.
El omnipotente se luce opacando a quienes tienen a su
alrededor, brilla por autoridad impartida pero jamás ganada, conquista por la
fuerza pero nunca por la consideración.... En realidad, él cree que se luce, él
cree que brilla y es él mismo quien cree que conquista... nada de eso ocurre.
Cuidado con los omnipotentes porque en esencia son
impotentes.
0 comentarios:
Publicar un comentario