CHUMY CHANQUÍA

¿QUI TI HACEI EL PAIASO? - Clowns en la Villa



Por Juan Ramón Seia
@JUANITOSEIA

"Son los artistas, los bufones y los payasos los que siempre representaron la voz del pueblo, desde las plazas, las calles o el barrio. Creo que es tiempo de hablar más claro, creo que es tiempo de bufones. Villa María está en eso para mí", subraya la actriz cordobesa Julieta Daga.
Como referente ineludible del clown en la provincia, e integrante del dúo cómico Las Pérez Correa, ha dictado talleres de la modalidad en varias oportunidades. Por tal motivo, fue interrogada sobre el creciente interés que se percibe en la materia.
"En esta ciudad hay un grupo de teatristas que está profundizando en sus propios discursos estéticos, particulares e identitarios. Los payasos de esta zona son muy locales y originales, y eso es muy rico a mi entender. Creo que entre payasos, gente de circo, actores de varieté y de espectáculos de calle están armando un movimiento muy interesante y que puede ser muy poderoso en estos tiempos".
Abierto el panorama, fuimos a buscar la palabra de tres representantes locales del género que, con sus matices, han sabido plasmar el quehacer payasesco.

El Payaso Pururú



De a poco, su nombre se fue consolidando en el firmamento del entretenimiento local, en especial ante el público menudo. Tanto que la persona que está detrás del personaje no quiere develar su nombre para que “no se pierda la magia”.  
-¿Recordás la primera vez que fuiste espectador de payasos?
-No sé si recuerdo bien la edad,  pero sí que era chico y los circos paraban a una cuadra de casa, y cada vez que paraba uno era una ilusión mágica. Siempre buscaban gente para descargar o acomodar y yo iba a limpiar las butacas para que nos regalen entradas. Lo más lindo era esperar que salieran los payasos, me volvían loco.
-Hay una frase que dice que "si todos hemos sido niños… todos hemos sido payasos". ¿Estás de acuerdo?
-Sí, no lo dudes. Como dice Alex Navarro en su sitio web: "Los niños de 1 a 4 años son los mejores payasos, porque tiene la naturalidad de ser espontáneo, de ser lo que son, queriendo imitar a las personas y no le interesa el ser ridiculizados". Cuando uno se pone una nariz roja es como que jugás sin límites. El problema es cuando te la sacás y decís "oh, estoy acá de nuevo".
-¿Sentís, en algún punto, que el payaso puede estar desprestigiado?
-Para mí no y se está usando cada vez más. La gente necesita desconectarse del mundo y le está dando cada vez mayor importancia a los espectáculos callejeros. Yo creo que la única forma de desprestigiar al payaso es cuando a los políticos le dicen "payaso" y los payasos insistimos que no tenemos nada que ver con ellos (risas).
-¿Cómo nació tu personaje?
-Un día que cumplía años mi primito. Su mamá me dijo si quería hacerle juegos para divertir a los niños un poco. Le pedí un jean a mi abuelo (era grandote) y una camisa floreada. Me hice dos tiradores con corbata, me puse una peluca color naranja y me pinté la cara con los pomitos que se usan para decorar tortas. Así salí a la cancha. No te das una idea el escracho que era, hasta que con decirte que el cumpleañero no me quería dar un beso. Con el tiempo la gente le empezó a gustar lo que hacía hasta que comenzaron a llamarme para animar cumples. Luego pude comprarme mi par de chalupas (zapatos de payaso), maquillajes y diseñar mi propio vestuario. Pero lo mejor fue haber llegado a hacer espectáculos callejeros. Es como jugar en primera, porque tenés que ganarte a la gente para que se siente y se vaya contenta.

"Pela" Grivel



Andrés Sebastián Grivel (35 años), más conocido como "Pela" Grivel, selló su impronta lúdica y expresiva en un ciclo de funciones denominado "Les Classiques", junto a Oscar Bazzara y Gustavo "Vazca" Vilches en el Club Sarmiento.
Pero antes había estudiado mimo, junto  Joty Carthy, mientras se probaba en el Teatro Real de Córdoba. Tras diez años de ausencia en las tablas, regresó a los escenarios locales de la mano de Juan Pablo Amante, para desembocar inevitablemente en el clown: "Lo elegí porque es la forma de poder expresar lo que pasa en la vida cotidiana y demostrar que equivocarse es de humano".
-¿Te acordás la primera vez que viste un payaso o o un show de clown?
-La verdad que, de niño, me asustaban demasiado los payasos por los y los estallidos de sus rutinas. El primer clown que vi fue a un chileno que vino a Villa María, Croqueto. Fue una experiencia increíble ya que era otro formato artístico y con un lenguaje universal.
-¿Cómo nació "Les Classiques"?
-A partir de un primer proyecto propio con la ayuda de Jimena Magali y Valeria Nieva. Es un show que nace o se nutre de los clásicos mundiales del clown. Actualmente tenemos un nuevo staff con músicos incluidos.
-¿Qué experiencias has recogido de tus funciones?
-Las experiencias son increíbles porque la gente siempre reacciona diferente. Pero hay una anécdota que siempre recuerdo.  Una vez, minutos antes de salir a escena, les cambio la rutina a Vazca y a Oscar. Les di un instrumento a cada uno y les dije: "En este momento son músicos". Me respondieron que no tenían ni idea de tocar instrumentos. Entonces les dije que teníamos que interpretar canciones improvisadas al público femenino, preguntando sus nombres y que tuvieran rima. Fue uno de los mejores números que hicimos.

"Chumy" Chanquía



Hace teatro desde los 11 años pero también ha incursionado en el dibujo, la música y, por supuesto, en el circo. "Elijo decir cosas de una manera sensible", dice Ramiro "Chumy" Chanquía (31). Aunque aclara: "El desafío está en la reflexión, es decir: que el público se ría, se divierta y que se retire pensando".
-¿Cuándo fue la primera vez que viste a un payaso?
-No recuerdo exactamente pero sí tengo algunas imágenes de payasos de circos a los que me llevaban de niño. Tuve la suerte de ver muchas cosas desde aquel momento hasta hoy, todas fueron muy significativas para mí. De todas formas no creo que mi interés haya surgido desde mi imagen de espectador, sino desde el hacer mismo.
-¿Creés que el clown es en parte como volver a la infancia?
-Creo que el payaso y la niñez tienen mucho que ver, y su relación está en la falta de moralidad; en la “no contaminación” de los prejuicios; en la facilidad de jugar y soñar. Justo ahí.
-¿Hay alguna diferencia entre el payaso y el clown?
-Es todo un dilema. Lo que fue en algún momento una manera o estrategia de aceptación de la palabra “payaso” (al nombrarlo en inglés), terminó convirtiéndose en una discordia, y hoy quizá pueden verse diferencias, en algunos casos personales, aunque no están muy marcadas. Incluso hay quienes luchan por la causa. Chacovachi (payaso pionero del circo callejero en nuestro país), tiene una suerte de frase célebre: “Los payasos trabajamos de hacer funciones, los clowns de dar talleres de clown”. A mí me resulta muy gracioso. En un análisis más burdo creo que el payaso se centra más en entretener mientras que el clown ya intenta decir algo, dar un mensaje.
-¿Cómo nació tu espectáculo “Punto Mongol”?

-Por la necesidad de crear y a partir del hartazgo de siempre esperar a otros. En Villa María es difícil hacer teatro y la dificultad radica en que nadie se dedica plenamente a eso. Todos tienen su trabajo y su rutina, y el teatro nunca está en primer plano; por ende coincidir en horarios y ponerse de acuerdo se vuelve agotador. Entonces decidí hacer una obra yo solo. Fue un desafío muy grande porque nunca lo había hecho así. El proceso creativo fue diverso. El primer número (en el que juego con una sillita), nació en un taller de armado de rutinas que hice alguna vez. Me propuse hacer un espectáculo a partir de ese número. La dramaturgia (que iba escribiendo mientras jugaba y trabajaba el personaje), parte de una pregunta que surge de las reflexiones con Raúl Avendaño (mi amigo/hermano de toda la vida): “¿Qué hace la gente cuando está sola?”.

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