Cultura

Villa María Misteriosa: Masones en la ciudad




Mitificados, demonizados, los masones dejaron su huella en Villa María en donde muchos de sus destacados dirigentes formaron parte de diversas logias. En la nebulosa del tiempo, mientras intentan resurgir, su legado en nuestra ciudad.
Por Juan Drovandi
@JuanDrovandi

Un hospital, un sacerdote “político” que los sumó para lograr su objetivo, aún con el riesgo de ser excomulgado. Un gobernador que hasta hoy es ejemplo a seguir, un docente, una institución educativa de las más importantes de nuestra ciudad. Intendentes, obras, calles…. todos tienen un lazo en común, un hilo invisible que los acerca y los ata, pero que no se ve. Un hilo que tiene dos símbolos: una escuadra y un compás: la masonería.
Conocida a nivel mundial, es una de las organizaciones secretas que más leyendas y misterios ha generado a lo largo de la historia, en la que destacadísimos hombres de la política, las armas e incluso de la religión han pasado por sus filas.
Villa María, conformada en sus orígenes por inmigrantes de distintos países del mundo e ideas modernas, no fue la excepción, y aunque la prosperidad de la ciudad –y la moda de construir sobre lo construido- hayan borrado ya muchísimas huellas masónicas, hay muchas otras que siguen en pie, en silencio. Como recordando toda la labor filantrópica de una organización que hizo de su discreción uno de sus mayores interrogantes, aunque también el objeto de sus persecuciones.

Secretas, pero no tanto

Se cree que sus orígenes datan de la construcción del templo del Rey Salomón y que sus prácticas se fueron manteniendo en el tiempo, sobreviviendo al paso de los años y de las épocas.
Masón es la palabra francesa que denomina a los albañiles, un masón es  un albañil, un constructor y de ahí la utilización del compás y la escuadra como sus símbolos principales.
Si bien el origen data de aquel templo del Rey Salomón, y de su arquitecto Hiram Abif, el desarrollo de las logias de masones se dio en Europa, en el medioevo, cuando se construyeron las grandes catedrales de ese continente.
Lo albañiles se habían vuelto un gremio muy poderoso y respetado por sus obras, y mantenían encuentros en donde se hablaba sobre los métodos de construcción y los grandes proyectos. Precisamente, para que nadie ingresara a esas “tenidas”, es que diseñaron un complejo sistema de claves que solo conocían los masones.
Con el tiempo, y con la catedrales terminadas, las logias masónicas fueron perdiendo fuerza, al menos en su idea original, ya que ante la falta de albañiles, se optó por permitir el ingreso de aquellas personas que financiaban las construcciones: políticos, militares, terratenientes fueron sumándose a la organización que se volvió un lugar de debate y reflexión sobre el mundo, la religión y las doctrinas políticas de la época.
Según los registros del diario El Sol, la primera logia masónica que se instaló en Villa María lo hizo en 1884 cuando Pastor Gigena, integrante de la logia masónica cordobesa “Piedad y Unión” llegó a la ciudad con la intención de fundar “entre varios caballeros respetables una asociación análoga a aquella”.
Según esa misma publicación, la nuestra sería la primera localidad cordobesa que contaría con un verdadero templo “donde se rendiría culto a las liberales ideas y a los sentimientos humanitarios”.
Siempre abierta exclusivamente para hombres. Uno de los comentarios más comunes al hablar de la masonería es que se trata de una sociedad secreta, pero cuyos secretos se pueden conocer ingresando a cualquier biblioteca, o a través de la Internet, pero sus integrantes respetan las tradiciones y los deberes y obligaciones que les impone cada rito.
¿Por qué entonces los mitos y leyendas sobre la sociedad? Costumbre quizás, o precisamente la facilidad para creer en historias increíbles sobre aquello que no conocemos. Literatura pura.
En nuestra ciudad el debate existió entre católicos y masones, aunque hubo casos en los que se lograron saldar esas diferencias
 Cuenta la leyenda urbana que los masones colaboraron intensamente en la construcción del edificio para el Hospital Regional Pasteur, así como también para la terminación del templo de la Iglesia Catedral de Villa María; algo que se logró gracias a hábiles laicos y sacerdotes, que comprendieron la importancia de trabajar juntos y no por separado.
En 1906 fueron los masones locales los que fundaron la Sociedad Cosmopolita de Beneficencia pro Hospital Pasteur. Cuenta la leyenda que cuando Pablo Colabianchi fue designado como párroco local, el Cura Brochero le dijo “che gringuito, tené cuidado que está plagado de masones”, pero, muy hábil, Colabianchi logró limar esas asperezas y trabajar juntos en varios proyectos.
 Varios intendentes de nuestra ciudad fueron integrantes de logias masónicas locales y en la capital provincial, así se pueden enumerar a Eugenio Parajón Ortíz, Felipe Poretti, Francisco Seco, Bernardo Seco, Rafael Tejeiro, Pedro Viñas, Lucio Capdevilla –el primer periodista que tuvo Villa María-, Rafael Pellegrini, periodista y filántropo al que se le dedicó una calle en barrio Vila Albertina; Bruno Ceballos fue masón, al igual que Alfredo Vitulo y Emilio Pellegrini, solo por mencionar algunos de los nombres que trascendieron luego de muchos años.
Además de “Piedad y Unión”, se mencionan la presencia de las logias “El Kosmos”, “Asociación de Librepensadores”, “XI de Septiembre”
Si bien durante muchos años se sospechó sobre la presencia de Amadeo Sabattini dentro de alguna logia masónica, esto nunca se pudo constatar. El hecho llamativo es que al momento de la inauguración del museo en su honor en nuestra ciudad, llegaron presentes provenientes de la Orden “El Kosmos”, de Córdoba.
El hoy abandonado edificio del Hospital Pasteur es un reflejo del poder que supieron tener los masones en Villa María, algunas de las casonas en la zona más antigua de la ciudad también. No son pocos los que aún recuerdan cuando a fines de los 80 un derrumbe en la casona Sobral, en ese entonces el conservatorio de música Felipe Boero, dejara al descubierto una enorme galería de subterránea con pasadizos abovedados y que bien podría haber sido un recinto para reuniones, aunque el mismo fue tapado y nunca se indagó demasiado en sus asuntos.
Calles, plazas, edificios y silencio, mucho silencio en torno a la figura de los masones que dejaron grandes huellas en la historia villamariense.




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