Negocios

La fórmula del éxito: Sacrificio, buena calidad y unión familiar




La Panadería Santa Rita trabaja desde 1969- Entrevistamos al matrimonio fundador 






La panadería: Un oficio que trasciende en las familias. Juan Domingo López y Liliana Soland  se casaron de jovencitos, ambos eran oriundos de Roldán, Santa Fe, pero él había nacido en Cintra. Al momento de unirse, decidieron venir a  Villa María y trabajar de su oficio. Llegaron “con una mano atrás y otra adelante” afirman. Sin embargo, hoy pueden ver que todo el sacrificio y esfuerzo con que iniciaron se ve reflejado en la respuesta día a día de la gente, y en la cafetería que inauguraron hace poco en la tradicional esquina de Tucumán y Rivadavia, a metros del puente Alberdi. “Santa Rita”, ahora a cargo de los hermanos López trabaja renovada y con más fuerza que nunca.

“Santa Rita” es la santa de lo imposible y ese es el nombre de la conocida panadería villamariense fundada hace 48 años por Juan y Liliana quienes no quisieron cambiarle el nombre cuando se instalaron porque tenían la fe que la Patrona los iba ayudar. Y así fue, con el pasar de los años se detienen a recorrer lo que fueron logrando amasando cada día para ofrecerles a los vecinos el mejor producto.
Recientemente la sede principal de “Santa Rita” adaptó su local para instalar una cafetería amplia y cálida, que se conecta con la parte de atención al público de la panadería. Ambos ambientes se complementan con un estilo “vintage” pero con detalles modernos, los objetos antiguos cobran importancia en todos los estantes porque hacen referencia al oficio de la panadería, la  cartelería también colabora con proporcionar imágenes de otras épocas.
NEWS MAGAZINE entrevistó al matrimonio fundador de las panaderías que funcionan desde 1969 para conocer  cómo fueron los inicios y cómo analizan hoy la gastronomía en la ciudad y en el mundo.
“Nos iniciamos 1969 en la esquina de Bv Alvear y Mendoza. Alquilábamos el local hasta que un buen día  compramos el terreno que está casi al lado, en Alvear 340, donde estamos en este momento. Con el transcurso del tiempo, alquilamos en esta esquina (Tucumán y Rivadavia) Posteriormente  compramos este espacio. La idea del bar  surgió de nuestro hijo Adrián que quiso ampliar este local. Siempre trabajamos la familia, nuestros hijos eran muy chiquitos, estuvieron siempre presentes. Hemos formado a mucha gente, ahora nuestros hijos están a cargo desde que Juan se enfermó”, relató Liliana.
Juan Domingo conocía de cerca el oficio porque había tenido una  panadería con su mamá y un hermano, “me tocó hacer de todo, para  poder llegar a mandar tenes que saber hacer todo” señaló. Además recuerdan que antes ser panadero era muy sacrificado.

Del horno a leña a los tiempos de hoy…

“Antes había hornos a barro, con leña, después a gasoil, a gas, después vino el rotativo. El primero que tuvimos era a gasoil y eléctrico. Venía Baudino nos traía el combustible llenaba el tanque y además de la electricidad. La producción de un día consumía 70 litros. Cuando era a leña se usaba 120kg diarios. Si había mal tiempo tenías que apurarte a entrar la leña para que  no se humedezca, se prendía 4 horas antes de empezar a cocinar. No era sólo prenderlo, luego había limpiarlo con bolsas húmedas para sacarle todo lo que volaba y que no se pegara en el pan. Con una pala se limpiaba y con la otra se entraba el pan. Antes era muy sacrificado, pero ahora se fue suprimiendo gente porque hoy una máquina hace el trabajo de dos empleados, el horno igual, antes se necesitaban dos empleados para meter el pan, uno para poner en la tabla y otro para ponerlo a cocinar. La tecnología fue avanzando. Hemos tenido más de cien empleados a lo largo de estos 48 años, muchos se han independizado y han abierto sus propios locales,  funcionamos como una escuela también. Hay empleados actualmente desde el comienzo o de 30 años de antigüedad, incluso ya se han jubilado”.

¿Cuál es el atributo que distingue a Santa Rita?
“Es que trabajamos con la mejor materia prima entonces los resultados son siempre muy buenos. Con eso logras buenos productos y eso la gente lo reconoce”.

¿Requieren capacitación sus empleados?
“Sí, se tienen que capacitar seguido, porque cuando incorporamos los sándwich, las máquinas se van renovando y siempre hay cosas nuevas, sobretodo en la parte de repostería”.

¿Cuáles serían esos productos que se mantienen a lo largo del tiempo?
“La margarina, harina cuatro ceros, manteca de primera calidad. Ahí está la clave, si le bajas la calidad, la gente lo reconoce. La torta de hojaldre del día que empezamos la seguimos haciendo y actuablemente se venden 8 y 10 latas grandes por fin de semana, todo el mundo la compra, es tradicional. Las facturitas de manteca siguen vigentes, la calidad del pan, de los bizcochos. Poniendo siempre materia prima buena, todo sale bien. Por ahí vas a conseguir a precio más bajo el bizcocho o una media luna pero vas a notar la calidad. Somos lo que más caro cobramos pero los que más vendemos”.

¿Se imaginaron llegar a tener este local tan grande?

“No, nunca lo imaginamos. Uno va progresando y uno no se da cuenta, está metido, y ahora tomamos consciencia de lo que se logró, parece mentira que tanta gente nos responda. Por ahí hay cola,  ves a toda la ciudad en el local”

¿Cómo son los horarios de los negocios?

“En la sede de Tucumán,  trabajamos todo el día, de 6 a 22hs, en el otro (sede bv Alvear) a la siesta cerramos porque allá no hay movimiento como acá, o es más complicado estacionar. En esta esquina pasa mucha gente que va para la pileta, la costanera, el río, o los que viajan para el lado de Ausonia. No das abasto en este local”.

¿Recuerdan cuántas panaderías  había cuando abrieron el 1 de febrero de 1969?

“Las que nos acordamos que ya estaban en la ciudad eran Las Rosarinas, Signoretti, Riera, Costabella, Mercadal, La Italiana, Almada, Macrina, había alrededor de 60, y hoy debe haber 100 en total. Aunque hay muchas clandestinas, donde cocinan a puertas cerradas, en los barrios, con baja calidad en muchos casos. Más allá del precio hay que hacer las cosas con buena calidad, se está alimentando a la gente y la buena atención también es importante”.  

¿Qué sienten un día que por algún motivo no pueden abrir la panadería?

“Un poco sentimos como que le estamos fallando a la gente, el domingo era el día de más trabajo, pero cuando Juan se enfermó empezamos a cerrar ese día. Porque es el único día que mis hijos pueden disfrutar de ver a sus hijos en fútbol, y nosotros los nietos. Nos hacía falta, era imposible ya de lunes a lunes. Nadie podía descansar. Pero ahora es un desahogo total. Creíamos que no se podía cerrar porque la exigencia era mucha. Actualmente cuando estábamos haciendo el local nuevo, los pintores decían ustedes no saben la cantidad de personas que vienen y quieren abrir la puerta. Hace dos años que no abrimos más los domingos, y la gente todavía no se acostumbra.  Y dijimos cerremos y listo, asique  la gente compra antes, se va adaptando y por lo menos se puede disfrutar. La salud también se resigna en estos años”.

Ustedes que han viajado por el mundo, como ven la panadería en otros lugares ¿hay muchos elementos que los usan acá?

“Nosotros hacemos eso, viajamos con Juan a todos lados del mundo y él se mete en las panaderías y confiterías, saca fotos  y después hizo algo que vio. Desde un bizcocho chipá que lo vimos en el Calafate, hasta alguna torta. Cuando fuimos a Punta del Este vimos los sándwich de verduras, y lo implementamos acá, le ponemos palta, la tarta con calabaza, con berenjena, cosas que fuimos replicando de otros lugares del mundo”.

¿Quiénes creen que son los vanguardistas en el rubro?

“Son todos fuertes, hay mucha innovación. España y Alemania son muy buenos en confitería, no así en los panes, en los lugares que hemos visitado, no encontramos pan como el de Argentina. No ves esa varillita formada, o pan casero con semillas. En Rusia están haciendo, pero pan hay  acá en Argentina donde tenemos la mayor cantidad de formas y calidades”.

¿Cómo ven el futuro de estos locales?

“Ya se encargarán nuestros hijos. Pero no pensamos abrir en otras ciudades porque en su momento tuvimos, pero dejó de ser negocio porque está la competencia de las panaderías clandestinas y no se podía rebajar el precio. Acá fuimos una de las panaderías más perseguidas por las inspecciones, durante cinco años nos verificaron todo, como veían que trabajábamos mucho y nos iba  bien, teníamos los otros panaderos en contra y nos hacían órdenes de allanamiento por el horario. Al ser mucho el trabajo teníamos que empezar mucho más temprano. Tuvimos cinco años con ese tipo de problemas, hasta llegaron a clausurarlo porque violamos el horario, era una de las panaderías más nuevas con todo impecable, la estrenamos y ahí lo clausuraron. Ahora llega la recompensa al ver todo esto”.
El mensaje para el emprendedor:

“Siempre trabajar con calidad en los productos, esfuerzo y mucho amor propio. Son muchas horas de trabajo, pero como familia actuamos como un equipo”.

Durante la entrevista recordaron  algunas anécdotas de los primeros años, una de ellas fue cómo obtuvieron su primer vehículo 0KM…

En los comienzos de la panadería, el matrimonio pudo adquirir un auto usado pero que se les rompía seguido para realizar diariamente las reparticiones y las compras. Liliana contó:  “Un domingo el horno se llenó, uno de los empleados le iba cargando la camioneta vieja, mientras yo atendía. Al rato me avisan que había chocado la chata. Se había llevado por delante una chata Ford nueva que estaba en la vereda porque su dirección se le había cortado. En ese momento pasó Don Felipe del Mercado de Abasto, se bajó y lo conoció a Juan. Le dijo no te hagas problema pibe que ya lo vamos a solucionar. Al otro día había que repartir, asique vino y nos prestó un vehículo nuevo impecable. Después, Don Felipe hizo que una concesionaria le entregara una camioneta nueva y que él le salía de garantía, sacamos un crédito y de allí empezamos a repartir sin lidiar con vehículos viejos”.

Un recuerdo entrañable: La obra del Padre Hugo

El Padre Hugo Salvato dejó huella en más de un vecino de ambas villas, por su carisma, por su gran corazón dedicado a los niños que menos tenían, por dar todo sin esperar nada a cambio, esa era su filosofía de vida, por eso es muy recordado por los villanovenses y villamarienses. No es la excepción el matrimonio López. Ellos recordaban con una sonrisa en su rostro y ojos vidriosos,  cuando el Padre cada madrugada llegaba a la panadería a buscar el pan, para luego repartírselo a los niños.

“El Padre Hugo venía todas las mañanas, entraba y sacaba las cosas. Me decía “mami”, y yo le decía “papi”, por ahí le yo decía “¡mucho mami y papi pero se lleva todo Padre!” Después venía y tomaba mates. Un día de mucho frío,  le puso caña al  mate, nos reíamos mucho.  Lo sentimos muchísimo, se lo extraña mucho, él era una persona tan buena, le brindaba de todo a la gente", así lo recuerda Liliana,  más que presente e irremplazable.


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